¿Creías que las cortinas son un invento actual? ¡Nada más lejos de la realidad! Este complemento acompaña a los seres humanos desde hace mucho tiempo, ya sea en viviendas particulares como en casas privadas.

Pero claro está en la antigüedad conseguir cortinados para los rincones del hogar no era tan sencillo como lo es hoy. Actualmente entrando a https://leloy.com.ar/ hay muchas opciones, pero para tus antepasados esta tarea no era tan sencilla.

La historia de las cortinas se remonta al antiguo Egipto, en donde se encontraron evidencias de las primeras piezas. En ese momento, los cortinados estaban reservados a las clases de alto rango y solo los faraones podían tenerlos ya que servían para separar los espacios en donde no había paredes. Las telas eran trasladadas desde Asia, encareciendo el costo del producto.

Una de las primeras referencias a cortinados que aparecen plasmadas en libros se encuentra en la Biblia cristiana, en donde se los nombra como shekinah. Allí aparecen representados como un signo de protección y resguardo.

Al igual que sucedía en Egipto, en Roma las cortinas también estaban reservadas a las clases más pudientes y se usaban no solamente para dividir sectores, sino también como elemento de decoración y diseño.

Sin embargo, en el siglo V, en la época medieval europea, las cortinas pasan a tener una función muy diferente: proteger del frío a los ocupantes de las viviendas.

Hay que tener en cuenta que en los castillos las áreas eran muy grandes y en temporada de invierno, la temperatura era muy baja. Frente a este panorama, los cortinados cumplían el rol de aislantes del frío evitando que pase del exterior al interior a través de los ventanales.

En ese momento, se realizaban de diferentes colores pero las telas siempre eran gruesas y pesadas para poder brindar una verdadera protección. Los cortinados incluso se ponían en las camas en forma de doseles para paliar el frío por las noches.

Con la llegada del Renacimiento la función de las cortinas vuelve a modificarse. Pasan de ser meros aislantes a funcionar como elementos de decoración, vistiendo corredores y salas de las casas más caras de las ciudades.

En ese periodo se confeccionaban de telas como terciopelo o seda y también incluían imágenes de la vida cotidiana o de plantas y animales.

A partir del siglo XVII, nace el Barroco y con él, un gran culto al cortinaje como complemento fundamental del estilo arquitectónico. En esta época los diseños continuaron perfeccionándose y surgieron nuevos largos y modelos, así como también novedosas formas de alzar los paños.

Durante los siglos XVIII y XIX los franceses se convirtieron en los maestros en este oficio, dando lugar a cortinas pesadas y elaboradas. Años más tarde, durante el siglo XX su uso se masificó y  aparecieron nuevos modelos, telas y técnicas para la colocación de cortinados, sea de utilización hogareña o comercial.

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