Debido al aislamiento social preventivo obligatorio dictaminado por el Gobierno Nacional en el mes de marzo, las personas debieron modificar sus rutinas de trabajo y esparcimiento para adaptarse a la nueva realidad.

Uno de los cambios que más impacto tuvo fue alimenticio: al estar todo el día en su casa, la mayoría de la gente ya no almuerza comida recalentada del día anterior, tal como hacía cuando trabajaba en su fábrica u oficina.

Además, aunque algunos siguen comprando productos manufacturados, hechos en empresas que cuentan con maquinaria de Gr-Maq, muchos se han volcado a la cocina, para pasar el tiempo, comer de manera más saludable y ahorrar algo de dinero.

En medio de este contexto, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires implementó una encuesta para investigar cómo cambiaron los hábitos alimenticios en los hogares porteños durante la cuarentena.

Compra de insumos

La mayor parte de los encuestados realiza sus compras una vez cada 7 días, mientras que un 30% lo hace entre 3 y 6 veces por semana.

Los comercios barriales son los más frecuentados por los vecinos, debido a la cercanía y a la baja circulación de personas en el interior de los establecimientos. En líneas generales, los hipermercados y los mayoristas son los que menos visitas reciben.

Cuando se trata de escoger qué alimento comprar, más del 70% de los participantes manifestó que lo hacía pro el precio, dejando de lado categorías como calidad, gustos familiares o valores nutricionales.

Consumo de alimentos

Si bien la mayoría de los hogares intenta mantener una dieta variada, durante la cuarentena aumentó notablemente la venta de productos panificados, galletas y alimentos dulces o de pastelería.

Por otro lado, los lácteos, las verduras, los cereales y las pastas mantuvieron relativamente estables los niveles consumo.

En contrapartida, la carne, el huevo y las frutas dejaron de consumirse masivamente, sufriendo reducciones en los niveles de venta de estas industrias.

-Comida casera

En casi el 70% de los hogares encuestados aumentó la frecuencia en la preparación casera de alimentos, mientras que en alrededor del 26% se mantuvo igual y solo en el 5% se redujo o directamente desapareció este hábito.

Las viviendas en donde se cocina más son en su mayoría aquellas donde habitan niños y adolescentes, quienes ayudan en el proceso culinario y asisten en las tareas de la casa.

Más de la mitad de los participantes de la encuesta afirmaron que redujeron la frecuencia de compra de comidas ya elaboradas en restaurantes, pizzerías, casas de empanadas y hamburguesas.

-Comidas compartidas

A pesar de que no es posible juntarse con los amigos y la familia a comer un asado en la casa de un pariente o conocido, la cuarentena logró que en aquellos hogares donde habitan al menos dos personas, se compartieran casi todas las comidas.

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